sábado, 18 de febrero de 2012

Susurros y Gritos

Creció en la incertidumbre de los susurros que hablaban de su persona. Todas las tardes, puntual e indefectible, se producía y si comparecía ante ellos el silencio cortaba el aire del cuartito de verde lámpara y butacas floridas de cretona.


La ausencia de confianza, de comprensión, no podían más que significar odio, ¿qué es si no lo contrario del amor? La angosta vía de comunicación se fue tapando a base de hormonas en estado de locura al borde del riesgo físico: pensamientos de suicidio ante una ventana el día que cumplía 15 años. Luego inconscientes, precoces, rápidos juegos sexuales y algún escarceo con drogas para ser admitida sin distinción en vanguardistas grupo de adolescentes entre los que la doble moral machista seguía agazapada. Siempre se consideró distinta pese a los mimetismos de supervivencia pero entonces sólo sabía que debía ocultarlo.


Después el amor lo inundó todo y el instinto se ocupo de hacerle saber que hacer y como seguir en todo momento. Escuchaba su verdadera voz interior que no le traicionó nunca.


Hasta que un día comenzó la tortura de nuevo ¿la diferencia? ya no había susurros, sólo los gritos que su corazón, su vida, su amor hasta las entrañas, convertido en energúmeno intratable profería contra ella. Busco en su interior la razón, el amor, la lógica más cartesiana, el budismo, las terapias holísticas, las canicas e incluso el parchís y facilitó nuevos caminos al preestablecido. Nada era dado hacer ante una fuerza de la naturaleza que complicaba hasta lo más sencillo, capaz de convertir un triste "Hola" en toda una declaración de guerra y hostilidades insospechadas.


Las embestidas verbales y la vibración física de una inminente agresión la fueron sumiendo en un estado de anulación y agotamiento que mermaba su capacidad de relación con el mundo, avergonzada de aquel amor sagrado y destruído, dolorida en un incesante parto de destrucción y aniquilación, arrasada en el preludio constante del llanto, vivió como pudo largos años.


Ahora sabe que es distinta, sola, única y no dejará nunca que nada la destruya.


Pero el machismo, como forma de injusticia y abuso, sigue rampante en formas insospechadas y no, no es cosa de hombres ni mujeres, ni siquiera de educación o clase social.

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