No necesariamente igual a voz cristalina, escucho a la interprete en medio de un estado alucinado, tanto ella como yo misma. Podría convertirse en la banda sonora de cualquier centro comercial en horas bajas en que los pasillos reverberan ecos de electrónicas dimensiones y e irreales voces en falsete de Harakira, la nueva cyborg de moda, sin encontrar resistencia ni presencia humana alguna.
Por la gracia de la Internet ha sido absuelto de todo cargo, lavado y planchado, convertido en protomártir limpito, anuncian las pantallas líquidas que producen mareas y vómitos informativos, mientras la ojera con factura entra, cedidas competencias, justiprecios, salvemos el euro, traguemos Europa, semos Europeos colonizados por el desequilibrio real e histórico del punto de partida de las divisas previas y respectivas, pero nuestros políticos juran que lo somos más y más que nadie, dicen.
Siguen presionando mediante flujos de ondas. estas neuronas acostumbradas a la sinrazón, fortalezas a base de pobreza, pobres más pobres, ricos más ricos, el infinito y la eternidad ceñidos a la clase media, a medias, a ciegas. La constante contradicción, la negación es el camino. Crisis atrás nadie se percató, no, los estigmas, el karma, algo habrás hecho o dejado de hacer. Ahora la crisis es injusta y vox populi, en medio de enormes naves para cazar, trajes de ibuprofeno e independencia a la moda, recortes de quirófano y prestaciones contenidos en carros de plástico sin fondo, pero nadie presta atención real, nadie va actuar perfectamente amaestrados.
Lavados de cara y cerebros acaban por borrar el disco duro cuando apenas retina y cortex acaban de procesar el mensaje: no aumentar impuestos que ahora se elevan bajo el mismo rostro y gesto, bocados de cocina modernista para hambres eternas y tristes miserias entre progresiones geométricas de anuncios para seguir borrando todo vestigio humano.
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