Siempre me invade la duda entre la brecha vacacional y la forzada actividad del sustento que parece agotarse y perder todo sentido mientras se abre y me encuentra atrapada otra vez en una ¿afortunada? pringosidad laboral.
¿Cuántos años más quedan por arrastrarme entre los límites de un dolor violado? Todos esconden sus ojos detras de pantallas y letras y son solo las 6 de la mañana.
Prosigo entre el ulular de alarmas circundantes y el roce seco de las vainas de un árbol extraño sin hojas ni flores,
Saludos de ida y vuelta sentada en un banco digno de un cementerio de blanca osamenta mientras el murmullo del agua deriva mis pensamientos hacia el sueño que arropan nubes de lento pero seguro recorrido
Madrid se despereza entre la ira apresurada y ascendente de escaleras mecánicas y un cielo intoxicado de sucias luces.
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