Las hermanas Brontë: Anne, la menos conocida, Emily y Charlotte, han dado a la Literatura grandes títulos en el genero de la novela y dentro del Romanticismo Literario: ”Cumbres Borrascosas” escrita por Emily, o “Jane Eyre” por Charlotte, son dos de sus novelas más relevantes y llevadas a la pantalla repetidas veces.
En el caso de Jane Eyre, la versión de 1944 filmada en un sobrecogedor Blanco y Negro con música de Bernard Herrman, fue protagonizada por Joan Fontaine en el papel de Jane Eyre, con Orson Welles en el de Edward Rochester y dirigida por Robert Stevenson además del característico e indiscutible toque mágico en la sombra del “mago” Orson Welles, también metido en los entresijos de la producción . Anteriormente se habían rodado otras tres versiones, dos de ellas mudas.
La historia de Jane Eyre tiene reminiscencias de las propias experiencias de la escritora en el año 1823 en el que por motivos familiares, la muerte de su madre en 1821, las hermanas estuvieron internas en Cowan Bridge (Lancashire) y enfermaron de tuberculosis,
Joan Fontaine, en el papel de la Jane Eyre adulta, se encontraba en el apogeo de su carrera. acaba de rodar Rebeca con Alfred Hitchcok y en parte esa atmósfera fantasmagórica y sobrecogedora se sigue manteniendo en esta película, fotografiada por George Barnes. Joan Fontaine, hermana de Olivia de Havilland pese a su eterna desavenencia, tenía ya una larga filmografía como actriz en su haber.
El guión de la película basado en la obra de Charlotte Brontë, fue escrito por John Houseman, el propio Robert Stevenson, Henry Koster que no aparece en los créditos, y Aldous Huxley.
La película mantiene la enorme sensibilidad y pasión del texto de Charlotte Brontë y comienza con la voz de la propia Jane Eyre en el recuerdo y como inicio de la narración de su vida. La pequeña Jane, impresionantemente interpretada por la actriz Peggy Ann Garner, por desgracias familiares acabará siendo enviada por su tía la Sra, Reed, una auténtica bruja que nadie podía interpretar mejor que la actriz Agnes Moorehead, a Lowood, un internado con más de orfanato y prisión que de colegio. La crueldad y horrible rigidez, un sistema cruel e implacable como recto modelo de educación y control infalibles como la forma más certera de erradicar para siempre la inocencia infantil a base de odio y miedo en los asustados ojos de la infancia. Castigos, humillaciones, injusticia y abuso de la autoridad hasta la muerte: La mejor amiga de Jane, Helen, la única que se muestra comprensiva y valiente ayudándola en tan terrible lugar, acabará falleciendo enferma de tuberculosis. Este pequeño pero intenso papel fue protagonizado por Elizabeth Taylor con apenas 12 años sin siquiera aparecer en los créditos de la película, aunque su rostro y talento inconfundibles quedarían indisolublemente unidos para siempre a la pantalla y a su dominio absoluto de la misma.
La soledad y el silencio, claves para la supervivencia en un medio totalmente hostil como Lowood, hasta su mayoria de edad en la que encuentra trabajo como institutriz de Adele Varens en Thornfield Hall, papel protagonizado por un jovencísima Margaret O’Brien, la protegida del Sr. Rochester, un hombre del que nada sabemos hasta que la casualidad le hace conocerlo un día, protagonizado por un atractivo y magnético Orson Welles en una de sus apariciones en pantalla más memorables. Un hombre agrio, duro, sarcástico, rudo, egoísta, un terrateniente aristócrata y manipulador del que Jane acabará enamorándose por completo y con el que aparentemente todo comienza a ser maravilloso hasta que un día él se marcha para regresar con una supuesta futura esposa, Blanche Ingram protagonizada por Hillary Brooke. una coqueta y ambiciosa aspirante a ser mantenida. Presionada por esta nueva situación y además también la posible perdida de su trabajo, Jane declara su amor a Rochester, quién pese a su juego acaba confesándole que ha urdido toda la trama para conocer sus verdaderos sentimientos. Felices y enamorados, el siguiente paso será la boda, pero en el altar alguien declara que Rochester ya está casado, y Jane huye desesperada, siendo recogida por un sacerdote y sus hermanas, sin querer regresar al lado de Rochester del que no quiere tener noticia alguna.
El sacerdote quiere irse a la India y le pide a Jane que le acompañe, pero ésta tiene la noticia de que una tía suya ha fallecido y la ha hecho heredera de una respetable suma de 20,000 £. Cuando el sacerdote le pide que se case con él para acompañarle en su misión, Jane “escucha” la voz de Edward Rochester llamándola, y algo en su interior le hace ir en su busca.
Al regresar a Thornfield Hall lo encuentra quemado, abandonado y en ruinas. En el pueblo le contarán la historia de la bella y loca esposa de tendencias homicidas de Edward Rochester quién no pudo más que encerrarla de por vida, pero en un descuido de su cuidadora Grace Poole, protagonizada magistralmente por la gran actriz de teatro Ethel Griffies, prendió fuego a la casa.
Retirado a una pequeña casa de campo, sólo en compañia de dos de sus más fieles criados, Edward Rocheste ciego por el accidente, escucha conmovido y destrozado la voz de Jane Eyre, finalmente podrán estar juntos sin trabas ni dolorosos secretos, eso sí casándose como mandaba el canon. El colmo de la felicidad se completa cuando un año después nace su hijo y Rochester recupera la vista.
La novela en su época fue una auténtica revolución feminista del alma, las mujeres pueden sentir y expresarlo, algo inconcebible y ferozmente criticado .
La película transmite emociones profundas, los tormentos del alma y sus contradicciones pero sin caer en el melodrama gracias a las magníficas interpretaciones y magistral dirección, directa o indirecta, de Stevenson, pero sobre todo de un Orson Welles consagrado ya en su primera obra maestra “Ciudadano Kane”, que había filmado tres años antes de este trabajo.
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