Sé que no hay nada después
quizá nada antes, salvo los árboles
que nos amaron inadvertidamente,
y como todo en la vida nunca se aprecia
debidamente hasta que se pierde.
Ahora yacen los cadáveres rotos,
las astillas ramificadas que de belleza
rompían cada primavera,
ya no pasarán el invierno,
no pasarán de este otoño maldito
No hay comentarios:
Publicar un comentario