Sólo el cansancio
me envuelve
y rotos los ojos secos
del escaso soplo de la vida
que nos engaña,
fuego fatuo,
en este juego de poder,
que conduce únicamente
a la burla eterna de no alcanzar
nunca, siquiera un instante.
Saber que fue, que hemos sido,
no tendría sentido sin habernos,
haberlo, perdido
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