martes, 11 de julio de 2017

Grietas

Palabras que otorgan acordes a melodías propias e inconclusas, resentidos días que suceden sin más.
Sempiterna pretensión de transmutar a un alma distinta de la que ya se ha gastado, libre de las mismas miradas cansadas y miopes.

Una cita equívoca, una nueva provocación del destino que nunca sucede si no es para el error. Palabras equivocadas resuenan con la pretensión del conocimiento y buscan impresionar, mientras se resquebrajan helándose entre el miedo oculto.

Escaparse del puño apretado de la vejez férrea que acecha en la esquina siempre doblada sobre ti mismo, al encuentro con tu soledad.

Libros que ya no dicen más nada, canciones que apenas desdibujan una imaginación casi deshabitada, un resto bajo la piel que late inoportuno mientras descubre viejas raíces en las sienes y un hastío de la Humanidad, incluso la propia, siempre redundante en sus errores y magnificados hechos.

Una mentira sobre la que pivotar desde el centro de gravedad del silencio. Siempre puedes sostenerte en la capacidad de acatar las normas y socializar como se espera, risas, comentarios, protocolos y palabras sobre las que conferir lo que se conoce como normalidad.

¿Dónde empezó la grieta y dónde acabará la fractura?

El terror oculto en todos y cada uno se destila entre las líneas de cualquier noticia extrema, la brutalidad y el horror están en nuestra naturaleza por más que sostengamos condenas y generemos actos cívicos. Ese es el miedo, reconocernos.


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