viernes, 2 de febrero de 2018

Callar

Ahora solo queda
lo que siempre fue,
lo que vino después.
Arriesgados verbos
muertos que
recoger y archivar,
mis manos
siempre estuvieron
frías y perdidas,
nunca encontraron
en quién asirse
confiadas y seguras.
Detrás de la frente
resuenan certezas
del nuevo tiempo
que torna viejo
y resuena detrás,
más cerca,
alcanzando mis huellas,
cercenando
el camino
que ya no sabré
transitar, que
ya marcó
mi despedida
antes de que
llegase su hora.


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