Aquellos destellos fugaces, más intuidos que pensados, se hicieron certidumbres con El Paso de los años y sí pensó que existía alguna lealtad era la suya que valía por dos.
Empezó a atar cabos de las decisiones y sacrificios, del empuje contra todo pronóstico, viento y marea y hasta la propia Salud. Vislumbró que siempre hubo terceras y cuartas personas, que el sexo jamás fue interesante y sin embargo lo sacrificó por ese amor que creyó era el suyo. Total el sexo está sobrevalorado ...
Y recordó afrontar en soledad una y otra vez, incluso a costa de su propia integridad, ni un apoyo ni una defensa, sólo un plato de comida que alabar para dar de comer a su pequeño y voraz ego.
Y cuándo alzó su voz interrogante, sólo encontró el viejo silencio cobarde e incuestionable de las viejas costumbres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario