domingo, 7 de octubre de 2018

Pisadas

El silencio, al fin, de un domingo por la tarde. El espacio unido al tiempo, míos, tan escasos y valiosos.

La furia del ruido, las palabras que tejen autopistas para huir del miedo, los ojos que soslayan la mirada cierta que ya se sabe perdida.

Los egos y las llagas de pasados que pesan demasiado, un ser que prefiere berrear antes que callar a tiempo, infinito es buen día para ser de otra forma pero no hoy, ni siquiera esta vida.

Seres que agotan la paciencia hasta convertirla en indiferencia,

Las pisadas fuera cercenan de nuevo el espacio, el tiempo, dibujan la nada en la frente, aprisionan ojos anclados de nuevo a pantallas y palabras que cercenan el aire y agotan los latidos para convertirlos a otro lunes, dónde la enajenación se ha convertido en forma más llevadera de ser y salir de la nada.

La oscuridad llevará ciegas pisadas sobre si mismas, viejas conocidas que no piensan ni preguntan, que saben dónde van pero nunca porqué vuelven.

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