Para lo bueno y para lo malo, lo que se olvida y lo que aún no sabe.
Sus brazos, el único lugar e instante donde dar una oportunidad al consuelo, aún siempre tan breve momento plegado a la corrección, sin más indicios o al menos no se atreve a seguirlos.
Esta vez no hubo maquillaje ni perfume, ni tan siquiera un refresco en la compostura, todo siempre es todo lo que da en darse por completo, pese a las dudas, miedos y soledad omitidos. Siempre más escucha que preguntas o confidencias.
Resuenan las bóvedas subterráneas en un alegre ¿cuándo, cuándo, cuándo...? Premonición de la nueva cuenta atrás.
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