martes, 8 de enero de 2019

Alrededor

Alrededor,
un cementerio de semblantes
cabizbajos, párpados caídos
observan otra distancia
directamente proporcional
a la estupidez en remoto.
Juegos sin continuación,
palabras deslavazadas,
insinuaciones de aire
y humo que velar
contaminados.
Conmino la vieja frente
altiva, aquellos ojos
vigilantes del mundo
en seis y siete sentidos
terrestre, pedestre, marítimo
aéreo, alma, corazón y,
una vez, vida.
Apagándose el brillo
de cuanto creí ver,
banales ilusiones
de las que fui
juguete en mi mente,
pasajero y
mutable, tu
presunta presencia
desde mi propio yo
que nunca llegó a tí.
Mantengo
tensado el hilo
de la Parca
que siempre llega,
a ahuyentar creencias
de esa vida que se diluye
en apuntes de
torpes y escasos,
fugaces momentos.
Aquí, allí, en busca
hacia ninguna parte.
La queja resuena,
monótona, acampanada,
obsesiones y angustias
que desbordan cubos
de agua y alcoholes destilados,
el miedo dónde salpicar pequeñas
mentiras de pobres almas,
callando soledad
que se resquebraja
para abrirse como una fruta
al sol, descompón tu carne
podrida en sol y moscas,
humores de dulzor
y hastío en la repetición
de los días, que tu vida nunca cambie
para que nada temas,
aferrate para ahora
mostrar una nueva versión infantil
de tí, ya no recuerdas que
asistimos a otros
hechos, pero fingiremos
no recordar nada de
esas palabras que siempre
acaban pesando
por dichas o calladas


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