65°, el ángulo que separa mi casi horizontalidad estática de tu huidiza vertical.
Esta vez es para siempre, la última, transitado el tortuoso camino póstumo dónde llegaste a contemplarlo.
Aquí me acabé cómo acabaron nuestros días juntos hace tantos años, diría que desde el principio, así que no puedo librarte de haber ya asistido a todas las muertes que antes tuve. Ese pasar la vida que no gusta a nadie, la historia atascada entre el sofá de un hospital y las ásperas respuestas de un mal enfermo con buena cara al público.
Forcé tus mensajes y rebusqué en la conversación detalles grabados magnetofónicamente en la creencia de que había mucho más en ti, simas por explorar, el puro reflejo cegador de un fervoroso instante aún aferrado al interrogante con el que te adorné la primera vez.
Vacío, repetitivo, previsible, egoísta. ocultando tu nada nublada y tormentosa donde hubiera querido haberlo encontrado todo.
Vacío, repetitivo, previsible, egoísta. ocultando tu nada nublada y tormentosa donde hubiera querido haberlo encontrado todo.
Pasatiempo donde aventar fuego y bordear el filo del bien y el mal de nuestras carnes y huesos ofrendados, desnudar y alcanzar lo que quedase de aquellas almas.
Ahora solo te queda coser la cicatriz que dejé en mi lugar.
Ahora solo te queda coser la cicatriz que dejé en mi lugar.
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