18:00 p.m., en el centro del sueño, cuatro años antes de iniciar la pesadilla.
La música sigue taladrándome el magín mientras busco motivos, razón y conexión, datos lógicos sobre los hechos que acontecieron y escapan una y otra vez entre la música.
Años de situaciones límite, éxodo infructuoso y regreso con el alma rota por la traición y el acoso laboral.
El primer paso en la huída después de aquella falsamente prometedora aventura fue conseguirlo TODO ("a dios pongo por testigo"). La solución más inmediata fueron tarjetas aceleradoras de partículas ofrecidas con tanta ligereza como amabilidad incluso sin haberlas solicitado.
Siguiente paso: lo compraría TODO para dejar de no tener y pertenecer al club del resto del mundo y ,aún con ingresos invariables, tal vez el azar, la providencia o los milagros obrarían un cambio. El futuro y su poder de cambio. Los sueños y su poder de materializarse. Mentiras y extrañas ecuaciones, pronósticos que desarrolla el cerebro para consolarse y no pensar.
Fué pagando a duras penas cuotas de incremento exponencial y acabó pluriempleándose para hacerles frente y así obtuvo más efectos secundarios mientras una infantil certeza de que merecía una recompensa a todo ese doble esfuerzo le invadía.
Se atrapó en la red bancaria y se puso su anzuelo con forma de € en la garganta mientras intentaba controlar los espasmos, picores, sudores y el ahogo que se apoderaban de su persona.
TODO lo había hecho por ellos y ahora eran TODOS tan ingratos.
Apesadumbradamente fue vislumbrando que no recordaba quién era, que quería o que le gustaba hacer antes.
Miró la tarjeta aceleradora de partículas e intentó suicidarse con ella
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