Ritos del Miedo, oscuros e ignotos,
de la incomprensión a lo sacro,
ocultados a golpe de efecto,
golpes de tambor, cárdenas mejillas
y vertidas gotas de sangre, sudor, lágrimas,
valles de tortura y sufrimiento.
Sometidos a la prestidigitación de la luz
convertida en sombras.
Nombrar fervor por sometimiento,
calculado trabajo, cincelada impronta,
tatuado sentimiento de lo invisible,
presentimiento en la tiniebla y terror primigenio,
forzadas jaulas de palabras,
cárceles de salvación coral,
un más allá y la condena del que dirán.
Lastre de cruces y mantillas,
ruge el silencio de capirotes enmascarados,
esperpento nocturno que urge al espanto.
Aun retorcidos sentires empujan
al llanto de aguas benditas y turbulentas.
Pasar lista, estar para ser, justificarse
en un violáceo vaso y, ante los ojos de todos,
pedir perdón por una culpabilidad eterna
entre volutas de humo, incienso y tabaco.
Hundida raíz de lo efímero en lo eterno.
Sorprendentes capas milagrosas
avivan la llama a un mundial éxtasis inconsciente.
Liturgia de huesos resucitada en azote de carne
y cenizas de pensamiento
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