Tallus posee la belleza ajada del abandono.
Tallus fuma. Enciende el amanecer con un cigarro, un café y otro cigarrillo.
La piel engrosada y fría, la cara hinchada, los sentidos embotados.
Vive en una pequeña habitación y es de mediana edad ¿qué edad?
Tallus gasta su paupérrima pensión en tabaco y cerveza, a veces algo de comida.
Tallus tose, tose toda la noche, cada noche, entre duermevelas agitados y apneas tose hasta el amanecer. Tose como si fuera a romperse, como si quisiera deshacerse de si mismo.
Tallus recuerda vagos y confusos sentimientos de amor y odio de los que guarda alguna raíz casi seca en la que a veces tropieza. No le quedan familia ni amigos.
Tallus no habla nada a nadie y, sin embargo, otras veces habla demasiado a cualquiera en las pocas ocasiones que sale.
Tallus espera, no espera nada, sólo la muerte.
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