Resulta complicado sustraerse al horror, al pesimismo generalizado, el dolor en masa. Ese malestar suscitado por los medios y por tierra, mar y aire. Es complejo mantener la mente atenta y despierta cuando el acoso es cada vez mayor.
Cuando este mensaje se abrá habrán pasado 2010 años más, sumados a los presuntos acaecidos hasta la fecha, otros 2010 de esta llamada nuestra era.
Humanos nacidos en ciudades de un cielo escaso, sólo medible por la altura del piso que ocupan, vidas pululantes en cubículos entre la obligación del trabajo y la necesidad de conseguir éste, estar dentro o fuera del juego, ser capaces de tener y consumir para ello. Ser felices si el volumen que consiguen adquirir es mayor, y preferentemente mayor que el de su vecino. Contabilizar y pesar sueños en forma de pesadilla e hipoteca, crédito y pagaré.
La de atracadores que gastan maletín, corbata y coche oficial, los elegidos en loor de la democracia, vertedero de pobres, gentes que han de pagar ¿su karma?, derechos escamoteados por arte de una sucia magia, dónde solo queda denunciar, denunciar si no eres pobre ... Sólo serás ciudadano en época electoral.
Regulados, negados, asistimos impertérritos al fracaso obviado de toda la clase política y dirigente, nunca será posible un buen gobierno sin una buena oposición, pero aquí sólo existe el mejor postor, vendidos por todas las opciones al abaratamiento, maniatadas víctimas de la crisis, locura colectiva que se aplica sin electrodos ni pudor. Altas instancias que nos siembran de miedo, sometimiento, recortes para rematar, vencer, y hacer desaparecer aquellos breves derechos que alguna vez se alcanzaron. Cortinas de humo, falacias, todo era una presunción y si crees que alguna vez existió borraremos la memoria.
Premios de loterías y castigos divinos.
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