Ni siquiera un ombligo
dónde mirarse, sólo vanos,
huecos de escaleras
y sueños sobre los que volar
agitando las alas de la locura.
Solícitos por adquirir
parcelas de opinión,
y conseguir facilidades
para préstamos de atención,
inclinar ciegas balanzas
a favor o en contra,
y ser escuchados, sobre todo,
en monólogos a los que
responder, sí o no,
dependerá del asomo,
acertado o erróneo
en el semblante del interlocutor,
respuestas reflejas
e impúdicas corregidas
con arte prestidigitador.
Y en las ocultas,
fauces que trituran terrores
masticando jugos de hoja del laurel,
gotas de días vacíos y noches eternas,
sostenidas manos
de un destino evitado a toda costa,
ojos líquidos, eternas juventudes,
negaciones, ausencias y fracasos
en poluciones nocturnas
de miedo y soledad.
Comunicación ahogada
de palabras que no
vienen de frente
y evitan el pensamiento,
parapetando la fragilidad inconfesa,
un anonimato protegido
pero transparente,
demasiadas huellas
y un rastro que persigue el olfato
sobre el campo de batalla
sembrado de vidas
menguantes y aceptadas
No hay comentarios:
Publicar un comentario