La afinación de los besos disparó las alarmas del paso al acostumbramiento y la predicción.
Las frecuencias cardiacas se desacompasaron y en su lugar ocuparon posición algunos encuentros infrecuentes, dónde volcar contrarreloj algunas vagas percepciones o decepciones.
Las noticias contradictorias y absurdas habían colapsado todos los medios de comunicación, cada una las frecuencias y longitudes de banda de las estaciones de radio y televisión.
Lo impreso o escrito había desaparecido 30 años atrás debido al coste del papel, a la lectura entre líneas y al imposible coste de las pantallas optó por eliminarlo para siempre en los tiempos en que se consiguió pagar más por menos. Sólo existía la voz atronadora en televisiones y aparatos de radio, voces proféticas y demoledoras, a veces persuasoras otras airadas, una sola voz apocalíptica de todos los gobiernos sospechosos de alta traición a sus ciudadanos que condujo a la acomodación al miedo automático de la mitad de la población, culminando su éxito en menos de cinco años.
Ahora él se iría, ella habría hablado demasiado pronto como siempre, tendiendo puentes, tejiendo tiempo en los sueños imposibles.
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