Hay días malos, raros, extraños, que empiezan mal y acaban peor. Hoy me quedo con mal sabor de boca, un regusto amargo por no haber comunicado debidamente a un ser querido, a un amigo del alma mis sentimientos. Sé que me habrías ayudado, ahora lo sé y no me cabe la menor duda, pero te pido que disculpes mi silencio, mi críptica comunicación cuando no quiero agobiar a nadie, no tengo costumbre de desahogarme, me da reparo aunque sabes de sobra que no siempre. Son momentos en que no sabes bien por donde empezar, por donde seguir, como seguir.
Todo está mal, tan mal que no quise hacerte partícipe de este puto caos de dolor, cansancio y rendición que a veces me ahoga en mi propia mente y desde mi propio cuerpo.
Y sé que sigo contando contigo para lo bueno, para lo malo, en la salud y la enfermedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario