De un vientre
buscado y perdido,
sorprende la tarde
esquiva su mirada
de novios y celos.
Olvida y asustadas
caen deshojadas
entre marzo y septiembre
las flores marchitadas
del miedo a ser
abandonada.
De un vientre buscado
y perdido
entre hojarascas
que barren los pasos
y su mano llorada,
vine a la hora imprevista
demasiado tarde
demasiado pronto,
las aguas que debieron
haber bebido
la sed de ser amada
en un tren nocturno
y contrario al destino.
A los ojos penetrados
de oscuridad
y secretos
de pasados mentidos
y aferrados terrores,
de quises y no pudes
en un futuro dorado
trastocado e indeleble
como la partida
y un nicho
trás una flor de plástico.
Me incrusto
ante un suelo de dameros
maldito que interroga
tu ausencia.
La historia que pudo
darse la vuelta,
el designio que atemperó
nuestras gargantas
y esconde,
entre sedas y terciopelos,
desgarros y turbulentas
pasiones que adormece
la llamada
normalidad
en una ingente explicación
que descoloca
sus ángulos
y perspectivas
a cada paso
para salir al encuentro
del efecto secundario
y eterno que aboca
vida y persona
en ausencia de brazos
y besos, donde tomar
aliento
en unos ojos
capaces, al fin,
de ver
y contemplar
sólo
la completa desnudez
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