Sé que encendidos labios en
firmamentos de piel amada
y ojos reencontrados,
aún por primera vez,
existen cuando respiramos juntos
desafiando la suerte, tiempo
encontrado y camino del viaje
del agua a la tierra, del sol
sobre el mar penetrado en rayos.
En la profundidad de tus ojos
sin respirar me envuelvo
abierta de par en par,
sobre tu boca infinita, dulce y amarga
como la vida, oscura como la muerte
y el preludio del nacimiento.
No quise acunarme en el sueño
y ahora, roto, rebusco y
compongo de nuevo fragmentos
impares, incompletos, irregulares.
No te encontré después, en la búsqueda
sólo fatalidad y riesgo, perdida en la
identidad de otras muertes.
Amantes, sólo fuimos
complices de madrugadas
donde apenas fraguamos el destino
en amaneceres vertidos
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