miércoles, 13 de junio de 2012

Consciente

El hecho de ser consciente no otorga por ello sentido alguno.

Un camino en zigzag para obtener objetivos nunca confesos, demasiado vagos, incluso ya faltos de interés. Una deriva aprendida a fuerza de recibos y facturas, algunas veces alguno nuevo y sacado de la manga, siempre subiendo, imparables. Una inútil lucha con la libertad de no pagar jamás. La eterna promesa de un trabajo mejor, un sueldo mejor, un mundo mejor y más justo. A veces sólo la promesa de un trabajo que nunca llega, un sueldo que nunca llega y un mundo que nunca es mejor y menos aún justo.

La resistencia a ser infeliz, un camino de no consumo que difícilmente se esquiva, inmersos y ahogados.

El tiempo perdido que vemos en los otros, el grito callado que sabemos ya no encontrará respuesta.

Vendidos, rendidos a la rueda productora. Si una día parase ..., sí quizá somos consciente de nuestra falta de autosuficiencia, de nuestra torpe y escasa capacidad para sobrevivir en otro mundo.

El agotamiento que produce trabajar en una permanente contradicción, la extrañeza que tragamos durante enajenantes horas.

Un extraño óbolo que nunca acabamos de pagar, un mal menor y una crisis en la que hacerse más débil y diluirse hasta la desaparición del ser.

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