domingo, 17 de junio de 2012

Desnudo

Siempre me sorprendió encontrar nada bajo su piel. Apenas a veces un impulso loco, un arranque repentino para alejarse de aquella muerte en vida que llevaba comedidamente.

Y a pesar de sentirme en su boca, su sexo y sus fluidos mientras recorría mi cuerpo convulsamente sentía, sin embargo, que no estaba allí. No estaba conmigo. Los silencios son demasiado elocuentes cuando no existen palabras sentidas que decir.

La despedida siempre me traía un regusto amargo, un par de lágrimas sostenidas detrás de los ojos, hay que ser valiente. Hoy también. Una promesa a mi misma de no volver nunca a verle. Pero los sueños siempre nos traicionan, y siempre volvía a intentarlo un poco más cerca del sueño para volver a perderlo otra vez.

El calor se respira como fiebre en el nocturno agosto, Milton Nascimento pone besos partidos a cada interrogante, a cada punto suspensivo que asalta el miedo a la equivocación, a cambiar la inercia del destino para abrazar por completo la soledad. Envolver mi propia locura, mi propios sentidos desconocidos, un mundo que explorar a solas, demasiado tarde.

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