Nada dura para siempre, es un hecho, ni siquiera nosotros. Y así ocurre hoy con los árboles, los maravillosos árboles que vivían aquí por derecho natural al menos desde hace más de 100 años están siendo asaltados, asesinados, cortados y sus restos aún vivos de mudos gritos arrojados a un contenedor. ¿Qué están haciendo? Pero los hombres me miran ajenos entre el ruido exterminador. El principio del fin, todo se acelera, todos mis años viviendo a su lado privilegiadamente , disfrutando de su tacto, olfato, vista y de la protección de sus ramas y hojas llenas de pájaros, insectos, otras plantas.
Ninguna noticia, ni siquiera un requiem, lágrimas anónimas, pesar de un más árido e incierto futuro , más ladrillos especulados. Menos vida.
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