Tantos años siendo espiral de infortunios, tanto razonar, que insospechadamente se encontró en el medio de todas las encrucijadas como brújula, poste, cruceiro, veleta y faro. El humor y la paciencia suelen desarrollarse como nuevos sentidos agudizados por la merma de otras partes del cuerpo, pero eso depende de la calidad humana previa al suceso de la enfermedad.
Y se encontró, sin querer, guiando a unos y otros en las direcciones que, perdidos y confusos, buscaban o no alcanzaban a encontrar. Y allí se reunieron ante él como mudo oráculo que se limitaba a mostrar el sendero de la vida. Fue echando raices y aceptando a aquellos seres, errantes, siempre dados al tránsito constante de los días, estaciones y los años, siempre marchando. Se fue recubriendo de una corteza transparente como una extraña crisálida y creciendo en bifurcadas ramas y horquillas, mutando su antigua forma a otra más adecuada a su utilidad.
Nadie preguntó nunca por él, y él jamás hablo de si mismo. Sólo él sabe que ese es el secreto.
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