Queda el vuelo de los pájaros
surcando agüeros.
De nubes suspendidas y lentas
se recorre y desploma el verano
sobre la crecida de los días y
la locura incensante de grillos
y chicharras arcanos.
Una eternidad en la siesta,
un segundo abanicado, caído del aire
pesado y grave que asfixia
el reloj colgado sobre el andén
de una estación detenida
de hiedras abalanzadas
sobre antiguos muros
de larga distancia
a otros tiempos
No hay comentarios:
Publicar un comentario