domingo, 10 de junio de 2012

Levante

Otro verano, inconscientes,

cubiertos de azul marino infinito

entre duras piedras calcinadas.

Siempre la herida

rozando el mismo talón.

Sal recogida en los párpados

y del sol la piel mordida.

Flota mi pelo en algas imposibles,

mientras me mira.

Ululado levante,

tarde calurosa

de robados tomates,

olor a higuera

de niñez sempiterna e

infinitas carreras y risas,

entre escondidas cabañas

bajo las altas cañas,

dónde atrae mi cuerpo

tibio de siesta

y, sorprendida,

se adentra en mi boca

sin que yo comprenda.

Sólo suena soporífero

el zumbido de las moscas.

Abre el fruto de mi cuerpo

y me interrogan sus ojos,

de nueva mirada desconocidos,

turbada confusión

y dilatadas pupilas,

que sin haber aprendido

a hablar ese idioma

de latidos y miradas,

de piel contra piel apasionada,

y sin saber todavía sentirlo

mi mente se dispara

y vuela compartiendo alas

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