miércoles, 13 de junio de 2012

Fuero Interno

La perfecta razón, el supremo equilibrio. Mi vida. Y ahora aquel ser inacabado venía a acusarme de sus desgracias, a reclamar lo suyo, lo que quiera fuese.

Sí, mi vida perfecta, mi profundo conocimiento de mi mismo, calculadas mis respuestas, el dominio preciso de mi tiempo se fundieron en negro ante aquella iracundia que esgrimía y amenazaba con acabar con todo mi proceso mental, esa composición magistral que alcancé tras largos años de estudio, calculadas y sobrias costumbres, productivo e infatigable trabajo.

Intoxicado de poder, loco, demasiado joven como para haber aprendido algo y menos aún haberlo comprendido. Mi indiferencia inicial dió lugar a la compasión y hasta algunas teorías explicativas. De éstas pasé al odio hacia aquel ser equivocado e imperfecto que tenía la osadía de reprender mi trabajada perfección.

Aquel triste idiota que osaba sentarse en el despacho que hubiera debido ser mío en justicia. Ese pequeño monstruo que exhibe cada día su coche y hace ostentación de su dedicación y de ser imprescindible a la compañía .

La confusión y la agitación se han ido apoderando de mi fuero interno. Me siento infinitamente más viejo, más desconcertado, nunca antes esto me había sucedido. Toda mi vida de constante y lógica progresión ascendente y esfuerzos siempre acordes a las expectativas y viceversa.

Un mudo grito se resiste en mi garganta, por soltar de viva voz el secreto que todos saben y es común, ha de serlo sin duda. No es posible que nadie lo vea, llevamos demasiado tiempo callando en estos nuevos y agresivos tiempos de estrategias que ahora atacan, empleando nuevos arietes contra la razón y el sentido común en personajes carentes por completo de toda empatía, escrúpulos y experiencia humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario