Y de esos ricosdalgo
de fortunas pergeñadas
al calor del ladrillo fraguadas,
o de aquellos otros que nadaron
entre dos aguas de editoriales
mundos para metamorfosear
cuartos poderes a las finanzas
entre sociedades infinitas
de conexiones inauditas,
matemática cuántica y propiedades
asociativas, conmutativas, reflexivas,
peyorativas y especulativas.
Se creo el decimoquinto infierno de la marca
y el destino, la distinción entre adosados
y unifamiliares
de lujo ribeteados,
la valía y la escuela de pago uniformando
hijos herederos,
conductores de motos y buenas pitanzas,
usuarios de borracheras
que acaban en bienandanzas
para el humo luego echar
desde altos coches
barridos del estigma de andar.
"No puedo viajar en metro,
huele mal".
Escupe a la cara de la gente fea,
sacude la estudiada melena
de la despreocupación
atisba a las nenas, suelta gracias
disuelto tras la copa,
y opina, profesionalmente, que el trabajo está mal
Hablar de sí, hablar de sí mucho, es joven, puede,
es rico, se le permite.
Convenientemente metido
en de la ropa de la tribu elegida,
discute si hay Europa
en la Copa, no más.
Eso sí, ser español más que ninguno,
más que nada, de España
en la mirada y abanderada
en formato pulsera, chapa o parche,
y hasta tirantes si le estiras
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