domingo, 10 de junio de 2012

Esperanzas

O Fe o Caridad, pero no, aquel era el nombre por el que la llamaban y sin embargo no era el suyo.

Un pequeño pueblo, un hombretón, un noviazgo y una boda como única forma de salir de casa,ir a la ciudad. Hijos y faenas del hogar para ser como el resto, no hay escapatoria, ni siquiera recuerda ya si alguna vez tuvo sueños.

El dinero escaso, los esfuerzos para dar de comer a cuatro hijos cada vez más imposibles, la mantienen al borde de la desesperación, pero los reproches, siempre los reproches, cada vez más amargos, cada vez más agresivos son los que la impiden comer, dormir, respirar.

Un día decide ir al colegio de sus hijos, ha oido que abrirán comedor y ella se ofrece, cocinará a cambio de que ellos coman allí, no percibirá sueldo ni su marido sabrá nada, pero sus hijos comerán.

Menuda y seca, el trabajo para dar de comer a 30, luego 40 y finalmente 60 niños, que están encantados con los menús y ella se mata a trabajar, todo por sus hijos. El siempre llega tarde de la taberna, el vino en su aliento, impreganando su sudor, siempre cargado de reproches, ella calla agotada. Mejor pasar desapercibida, mejor no causar su furia ni su deseo, no sabe que es peor. No, no le quiere, la vida a su lado es un infierno pero aguanta por sus hijos, tiene que aguantar y callar por ellos, podría ser peor, podría pegarla, pero eso no lo hace aunque alguna vez se ha sentido asustada y amenazada.

Han pasado años y un mal día el accidente que destroza su cadera, sus huesos desgatados de trabajar, ya no podrá volver a trabajar, él sospecha pero calla, le conviene callar, los chicos ya mayores defienden a su madre, pero él siempre vuelve a solas, al acecho, busca el momento, siempre lo encuentra, es un profesional y ella su víctima, ella es la causa de su infelicidad, la culpable de todo, la mejor forma de darle la vuelta a las cosas y ocultar parte en los hechos, evitando así que el vino se agrie.

Se han hecho viejos, cada día le dice mecánicamente que no sabe hacer nada, que no vale nada y sigue subiendo y bajando de la taberna en una programación exacta de alcohol en sangre necesario y medido. Ella respira cuando él marcha y, secretamente desde todo estos años juntos, espera que algun día no vuelva.

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