El atasco paralizaba Frankfurt a la salida de la muestra, imposible seguir el coche de los anfitriones que habían tomado otra ruta.
Dos horas de atasco después, en un mal chapurreado idoma con el taxista orihundo de un país desconocido y remoto sin duda, consiguieron llegar cerca de la zona, momento en que el hombre emocionado pisó el acelerador con objeto de adelantar el tiempo perdido hasta que se oyó, ¡Quieto, parado, hombre! ...STOP!!!! a la vez que daba con el pie en el suelo de forma enfática y definitiva uno de los ocupantes, un hombrecillo de bigote al más rancio estilo español de épocas remotas.
Bajaron del taxi entre risas nerviosas y se dirigieron al restaurante en donde fueron presentados a un tal Mr. Chang Woo-Ro, que en nuestro idioma suena tal cual al Sr. Changurro, un tipo coreano de dimensiones inexactas y contorno trapezoidal con una indiscutible falta de gracia para contar chistes, que hubieron de ser traducidos, y una patente disposición a la ingesta pantagruélica de cualquier cosa que pudiera ser ingerida tanto en sus formas líquidas como sólidas.
Aquello acabó profusamente regado en alcohol en un club de Strip-tease en donde las chicas notaron profesionalmente las miradas cohibidas de aquella pequeña delegación española en viaje de negocios y con tal motivo se cebaron en sus personas para provocarles de forma tan divertida como insistente. ¡¡¡Como sudaban aquellos hombres en su primer viaje al extranjero cuando corrían los años 70!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario