La búsqueda diaria le llevo ante el anuncio de una buena nueva. Una página web de nombre sugerente que sonaba a abundancia y tesoros, una nueva dimensión en la ardua tarea para reinsertarse social y laboralmente, porque lo uno saca de lo otro. Grandes palabras, promesas de promesas inconmensurables, garantías de un posible éxito, y sobre todo una terapia con burros que corregiría cualquier desvío en la cadena a la que volver a engancharse.
Por fin, de nuevo, albricias, aprovechar el atasco para acabar de despertar a la irrealidad, ganar un sueldo que nunca da más que para ir tirando a base de quiebros y fintas, pagar con presteza y temor cada recibo ingente y facturas de astronómicas cifras y geométricas progresiones.
Compartir apariencias con otros seres en forma de consumo y felicidad instantánea e incuestionable.
La mujer de la limpieza frotó y frotó hasta que la pieza quedo impoluta, luego lo llaman arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario