Y un árbol de Navidad azul,
en una calle parda.
Azules luces de furgones de policía,
Expertos, ojos azules de esquiva mirada.
Ávidos, rompen escaparates que azules
celestiales caídos sobre esta ciudad oscurecen
en pobre y frío azul, olor a castaña asada
asalta en cada esquina.
Siempre se encuentra
una nueva contraseña
para lo prohibido y lo secreto
y azules cortinas corre para lavar lo que se trae
entre manos, lo que lleva entre las piernas
y vende otro día más.
Mi barrio es así, pierde los colores por la tristeza azul
que embarga las casas y las sonrisas precarias
que reflejan sus charcos de azulados brillos.
Y, azul petróleo, la ojera se pinta sola cuando
al sereno llaman con palmas, un tiempo antiguo y azul
de reveses y te quieros faltos, un tímpano que sangra
cuando ya no escucha y añora
sábado, 8 de septiembre de 2012
Azulado Barrio
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