viernes, 21 de septiembre de 2012

Horas

Sucintos días, eternas noches abiertas

desgranadas en segundos inconexos, pensamientos,

percepciones y sucesos. Sintiendo el paso

de las horas cayendo como gotas de cera

en la vela consumiéndose.

Acero brillante en camas quirúrgicas, asidas

manos en rezos impensables cuando la vida

escapa a nuestro trayecto, a nuestra manos

impotentes. Cerrado el paso a la esperanza,

abiertos los surcos de la angustía

en nuestro vientre

paridor de antagonistas antiguas del

color de cavernas cavilosas y esperpénticas.

Goteros de vida y olor a muerte higienizada.

Heridas manos del esfuerzo por asirse

al filo de la noche para llegar a la madrugada.

Irreales voces ahogadas, pasos amortiguados,

semblantes borrosos, luces blancas y crudas

enmarcan la habitación, que

cuando queda a oscuras

se envuelve, por completo,

del manto óscuro del dolor

apenas sofocado y enajenante.

Pequeños y desamparados

en una cama de acero brillante

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