Y después de tanto tiempo
pasada más de media vida,
seguimos proclives a entendernos,
a reírnos y llorarnos,
a gritarnos y enfadarnos,
a ignorarnos y olvidarnos,
a buscarnos sin encontrarnos,
el miedo escondido,
guardamos, del demasiado amor
ahuyentado para que el fin
no nos rompa demasiado,
el duelo sea más corto, menos malo.
Excusas que pintamos,
horizontes neblinosos en lontananza
y evadirnos del sol, el ahora
y la carne, la realidad negada
entre el azul y la tierra.
Proclive a tus besos,
proclive a tu silencio
de demasiado tiempo callado
y sin más que decir,
cuando el adiós nos ha empañado
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