Arranqué la hoja para mañana,
pasé página de un mes que, a veces,
siempre parece el mismo.
Me despedí del dibujo de las frutas
pintadas que caen de una cesta,
dejo paso a un dibujo que no me gusta,
una casa marrón
de puertas azulgrisáceas
enmarcada de un cielo nocturno,
como los meses que siguen
y la oscuridad que hay ahora.
El tiempo parece suspendido
en el aire, mientras recorro
incoscientemente mis pensamientos
y te miro, al otro lado, te observo
distraidamente, como respiras,
como miras cuando hablas.
Tus manos largas, tus dedos
algo nudosos que esconden
aún secretos por desvelarme,
al menos tengo esa pretensión
absurda, lo sé, cuando no sé como
seguir ni porqué, cuando ya no estás.
Mientras, el calendario de la desgracia
no pasa hojas nunca, sólo las acumula.
Busco la complicidad de los elementos
para que el aire me eleve,
y el sol me seque por siempre
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