De la marea subiendo entre las rocas, rescatar los objetos dispersos sobre ellas, quizá una toalla ó algunas otras cosas que no identifico. El agua clara sobre negras rocas, inexorable marea que anega todo en ese mar extraño y transparente que asciende ya por mi cintura.
Ante la puerta, abriendo la puerta, detrás de la puerta. Está. El suelo lleno de moscas muertas y serrín, tienen que venir. La habitación no puede estar así.
En medio del edificio, la necesidad de cesar en aquella locura. Abrir otra puerta y andar hacia adelante sin rumbo, lejos, no volver a pensar en todo aquella maraña. Tanta energía desperdiciada, tanto ruido y tan pocos hechos. Sufrimiento gratuito, quizá todo sufrimiento lo es.
Un nuevo problema, ella estaba embarazada. Otra infanta coneja, mientras la música de las ferias recupera el calendario y oscila entre el retumbón y la copla aflamencada de cantantes y orquestas mercenarias.
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