domingo, 23 de septiembre de 2012

Un Segundo de Cariño

El día anterior creo que fui amable con ella, es lo normal ¿no?

Hoy se me plantó ante la mesa, el rizado pelo sujeto en una larga coleta, los ojos que me miran sin verme, nublados de ansiedad. Si no lo suelta ahora no la hará nunca. Me lanza inconexas frases preñadas de agotamiento, no libra nunca, no tiene vacaciones, sólo trabaja, trabaja, come y duerme, un día y otro así, mes tras mes, y ya no recuerda hace cuantos años.

Nos hemos quedado en que se le cae el pelo una barbaridad y que toma vitaminas, pero le he dicho que eso es el estrés que la está pasando factura.

Sé que hubiera querido decirme más, incluso contarme todo, todo eso que la está matando y la ha convertido en una esclava de su propia necesidad de trabajar. Algo ha interrumpido el momento y ella se ha sumergido de nuevo, de hecho a desaparecido ya no sé donde.

Un segundo de atención humana ha bastado para que se desborde de su contenida anulación. Pero antes, cuando le pregunté ¿cómo lo consigues? me respondió: "dejando de pensar".

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