La distracción de la vida
lo apartó, el sufrimiento
y vencer su resistencia
lo mostró de nuevo.
Entraba en aquel baño
de verdes azulejos
y enorme bañera,
donde ella torturaba
mi pelo y mis ojos
con agua y jabón.
Cerraba la puerta
y subía a banquetas
hasta alcanzar
y abrír aquellas puertas
blancas de altillo, allí
estaba otra vez
dispuesta a dar la voltereta
y entrar en el bufador
de otro mundo y los sueños
que he olvidado.
Sólo puedo recordar el ritual
pero sé que he perdido el don
de dar un vuelco a la realidad
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