Tal vez ya pudo morir en paz, ya la feroz lideresa aparcó a la derecha dicen que para siempre, tras haber visto demasiado en tantos años de lúcida conciencia.
El cierre de España, esta liquidación acelerada de todo lo habido y por haber, la desconquista de todos los derechos, lo irreversible que no volverá aunque vuelvan las vacas gordas a este mundo ya por siempre "low cost" a precio de oro, la perversa cuadratura del círculo capitalista.
Casa Real de transparentes siete velos que ocultan sugerentes el pasado clamoroso de negocios, vacíos legales y lagunas de la memoria, ante un presente de intrincadas conexiones y desparramados millones de euros que siguen pillando por sorpresa a diestro y siniestro en lo que da de sí un pelotazo aunque sea de balonmano. En efecto, no es momento de quimeras ni nunca lo fue aunque sigan viviendo de una tan tremenda como es la sangre real que dicen es hasta azul.
Políticos de brazos oxidados y alegatos al sacrificio para mantener el estado del bienestar propio que no el común.
Todo ellos hablan de asegurar o arruinar el bienestar, pero sólo que del que hablan es sólo el personal e intransferible.
Nunca llegamos a las cotas europeas de sueldos, derechos, cultura, conciencia social y ciudadana pero sí hemos llegado a las de desempleo, abandono escolar, pasividad ante las clases políticas corruptas de todos los signos, reinantes y el clero rampante entre IVIs con el perdón del cielo en la tierra, entre otros records y sostenidos desde hace demasiado tiempo con total impunidad pues en algo habíamos de ser los primeros.
Santiago, cierra ya tus ojos que de España ya quedará poco en estas manos ávidas entre las que se reparte.
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