Debate dentro de si erradicar esa necesidad que le dibuja una sonrisa nueva y ese vuelco al corazón que le alegra el día, mientras finje distracción y ocupación, a veces unas palabras de más en tono de broma, un doble sentido que incita a un juego que se cansa de que sea solitario. Una reprimenda mental para no volver a mostrar ninguna carta, un cansancio vital y una necesidad de cambiar las reglas que han surcado su vida.
Y de repente tantas palabras que apenas consiguen traducir la inquietud, tantas otras para desterrar lo que la piel reclama.
Mil palabras para sostener el tiempo y atención compartidos un millón para demorar un adiós.
Cabe esperar de la lentitud, compasiva y paciente, aprendidas reglas para ser rotas y precipitar aprendices de brujo en probetas y redomas, cálices de sueños y el miedo al vacío, el precipicio insostenible a amargos despertares que a su vez despiertan la curiosidad por descubrir lo ignoto dentro del propio yo frente a un nuevo destino que quiebra cada segundo del pasado.
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