jueves, 8 de febrero de 2018

Incontinencia

El tono de voz se baja para resultar confidencial, cuando lo que se pretende es apenas respirar para hablar más.

Tiene que contarlo todo, todo sus datos, pasos, detalles, giros, conocidos, en una conversación que se atropella, se enreda, se tropieza y avanza imparable, incontestable.

Los efectos no tardarán en producirse, mareos, asfixia, taquicardias y aplicar la única solución posible: dejar de escuchar, encontrar una fórmula booleana de cortesía y activar la respuesta en función de datos como el tono y la cara del monologuista.


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