Todo lo sembrado
ardió, en un instante
que venía prolongándose
desde hacía
demasiado
tiempo.
La inercia
ya no era
suficiente
para seguir,
ni siquiera
la costumbre
o los recuerdos,
el vacío
repetido
de los días
y el temor
de volver
a afrontar
otros idénticos,
la angustia
de conocer
el principio
y el final
de cómo se
muere en vida,
como se respira
a medio gas
cuándo la
vida se ha reducido
a cenizas
asistiendo
cada instante
a la misma
representación
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