Extrañas casas flanquean la autopista, ¿cómo sería vivir bajo esos tejados con el incesante ruido del tráfico?
Un perfecto cielo azul reporta una primavera irremediable y precipita a respirar anhelos y latidos más hondos, reviviendo la piel helada bajo un sol tibio y aún suave.
Abandona el día y su luz, bajando cada escalón que resuena en su caja torácica, para acabar estallando en su cabeza. El sonido de la realidad proviene de otro lugar lejano y resuena distorsionado en mitad de la multitud que se divide entre cabezas como globos flotantes, y siluetas recortadas como cartón según avanzan en otro día más, aparentemente cualquier otro, por los mismos pasadizos con pasos mecánicos, y comienza el terror atenazando su garganta, sus ojos desorbitados, cuando comprende que la expansión de ese enorme vacío en su pecho, capaz de llegar hasta su espalda y abarcarlo por completo según cae, es el fin de su trayecto.
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