Ninguno miró, ninguno vió que había, cómo era y dónde empezaba, que escondía y que mostraba, sólo pendientes del propio reflejo, del eco de sus voces y pisadas marcando el camino, sus metas y propósitos, órdenes y mandos.
Ella escondida entre sus jirones, una y otra vez, cada amor es una mentira, un espejismo en el que cree existir a través de los ojos, las manos y los labios de otros, el sexo finito sin entrega ni compartir a medias, el dulce mostrado que no se alcanza, el hambre eterno de ese compañero que no llega, mientras se monetiza en uno y otro, todos y ninguno,
No hay comentarios:
Publicar un comentario