Sigamos el ejemplo de esas tribús antepasadas y comunes, bravos guerreros y brujos poderosos. Sólo debemos encontrar nuestras preferencias culinarias: crudo, guisado o a la plancha.
El siguiente paso será encontrar al interfecto que nos hace la vida imposible: cura, banquero, jefe, etc. etc. las posibilidades en este apartado son cuasi infinitas pero no conviene abusar pues la práctica de la moderación refina gustos.
Una vez calibrados situación y peso, preparación, oportunidad y disponibilidad, acto seguido prepararemos una buena olla de agua hirviendo, a ser posible a golpe de tam-tam por aquello de ahuyentar malos espíritus y dar un toque exótico a la par que étnico. En la preparación en crudo también usaremos la olla para eliminar cualquier efecto nocivo del consumo en crudo y/o para casos de una dudosa higiene de la pieza escogida escaldándola apenas dos minutos.
Así, poco a poco, verán como se acaba la crisis.
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