miércoles, 28 de marzo de 2012

Actriz Porno del Este

Yo le hablaba, su cara de muñeca de cera impasible en el límite de lo angélico y lo diabólico, no hay músculo, arruga, expresión que delate emoción o inteligencia.

Le hablaba y ella, inamovible, no parpadea ni siquiera respira.

Ahora habla, repentinamente dice entenderlo todo cuando sé que miente, cuando nada ha comprendido, ni media palabra, pero asiente, sumisa e inalterable. Sé que cuando me dé la vuelta cogerá de nuevo el móvil y, coqueta, sus ojos verdes brillarán de maldad mientras sacude su melena de rubio veneciano y su boca se curva en un mohín de desdén.

La volví a ver años más tarde en la pantalla, sus tetas resultaban más enormes en el Cinemascope, más si tenía en cuenta la fragilidad de su anatomía de finas y menudas líneas, su boca entreabierta gemía en falsete mientras un partenaire de descomunales atributos abría sus piernas e introducía su pene en aquel coño que recordaba pequeño y caliente. Aún podía oler y paladear aquella piel que mezclaba almizcle con miel, aquella seda que me envolvía y me hacia odiarla con más pasión, la pasión del que no puede dejar de lado su vicio, sumiso y puteado, cornudo y apaleado, ella era más de lo que podía soñar y nunca fue mía por más que yo hablaba, razonaba, seducía y la obligaba a someterse a mis deseos. Siempre escapaba, quizá nunca llegó a estar allí aquella mirada verde, impasible.

Ahora todos la follan en la película, pero ella sólo mira al Este.

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