La noche más dulce,
más cómplice
de luz nocturna
de estrellas y albuferas,
entre cañas y marea
que se llega
a la arena
fresca de huellas
paralelas
sin rumbo fijo,
donde el aire huele
y respira azahar
rompiente de
sales marinas henchido
el sabor de naranjas
de labios
partidos.
Brillando ojos
mediterráneos
de islas enardecidos.
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