Puerta de casa, un portazo y
saltando escaleras de dos en dos, en la cara
azotando el aire de los autobuses
siempre demasiado cerca de la carretera,
buscando el peligro más cerca
y ríe mientras cruza
entre rieles de vía muertas sobre
gravas de alquitrán, calcinadas y muertas.
El mundo se esconde detrás de plantaciones
y parques, vallas por todas partes de
prohibición presta a ser siempre incumplida,
entre enrejados y papelillos
de versos nunca escritos apenas sólo
consumidos en un círculo tribal donde
el nombre ha desaparecido para ser un
héroe marcado por un destino, un pasado
común de una piedra en el camino
y un nombre de guerra de un suceso admitido
a un parecido imposible. Vidas en incertidumbre
al mañana que no existe, angustias apuradas
en botellones de calimocho y vomitadas en
amaneceres perplejos de herida claridad
rápidamente desechada en humos resinados
que despejan dudas esfumándolas
entre volutas de juventud.
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